Hace ya más de un año que me cambie de domicilio a una nueva zona de terrenos donde puedes construir tu casa 🏡. Por fin deje de pagar renta y empecé a comprar algo propio para dejarle a mi hija en el futuro. Al mudarme a esta nueva región de construcción en Texas, volví a ver algo que hacia muchos años no veía, los perros callejeros. Se perfectamente que en muchos lugares del mundo es lo más común, de hecho en mi ciudad natal sería muy extraño no ver diariamente decenas de perros en las calles. Inocentes animalitos que me encantaría contaran al menos con los cuidados básicos, y que todas las personas a su alrededor los trataran con cariño y respeto como todo ser vivo se merece.
Todos los días, para visitar a mis clientes o ir a hacer las compras de la semana 🛒, me tocaba pasar en mi carro por una esquina donde se une la colonia a la avenida principal que conecta con la ciudad de Houston. Ahí, por primera vez vi a este animalito, blanco, muy flaquito, sucio, despeinado y con la terrible enfermedad que los obliga a rascarse constantemente, sarna. Esto me hizo pensar en algo muy curioso, en mi país algunas personas utilizan el término “perro sarnoso” como una manera de ofender gravemente a otro individuo, y en realidad un can con sarna no es un ser malo o despreciable, es un ser que sufre constantemente, una especie de preso de su propio cuerpo, que no puede hacer nada por sí mismo para liberarse de una eterna comezón, que rápidamente deteriora su pelaje y su piel. Recuerdo también con tristeza haber visto a algunas personas indeseables, que al ver a un perro con esta enfermedad lo alejaban a gritos o peor aún a patadas en vez de ayudarlo.
A diferencia de otros perros callejeros que me he encontrado durante mi vida, este en particular mantenía constantemente su mirada en la mía, me veía fijamente, de una manera profundamente especial, diciéndome claramente algo: “AYÚDAME!” al grado que en dos ocasiones después de hacer el stop reglamentario, me obligó a mantener el carro detenido por un minuto y hasta hablarle y preguntarle: “que paso perrito?, porque me miras tanto?”
Transcurrían los días, yo seguía pasando por aquella esquina, y la mayoría de las veces ahí estaba el perrito, mirándome. Me preocupaba mucho que lo atropellaran, por ahí pasan diariamente cientos de carros, camionetas y hasta camiones grandes de construcción, muchos de ellos rápido y sin detenerse. Sentía que era solo cosa de tiempo para que un día encontrara a mi nuevo amiguito ya sin vida, tirado en la calle 😔. En mi casa teníamos ya a un perro chihuahua que se llama “Hércules” y no parecía una buena idea tener una mascota adicional, menos en esta etapa de invertir en nuestra nueva casa y la Universidad de mi hija. Por el ángulo que lo estudiara, la conclusión siempre era que no podía hacer nada al respecto.
Pasaron 4 difíciles semanas en las cuales me sentía frustrado 🙄, triste e incapaz de resolver la situación. No podía dormir, cerraba los ojos y veía la mirada fija de aquel animalito, definitivamente no tenía paz. Como podria resolverlo?, sin dinero para eso, sin tiempo porque mi situación actual me obliga a trabajar todos los días, y a penas si me quedan algunos minutos libres para mi y mi familia.
Tomando en cuenta que es una zona nueva y alejada de la ciudad, no había casas ni tiendas en millas (o kilómetros) a la redonda, en otras palabras, muy pocos recursos para que un perro en esas condiciones sobreviva. Y por si fuera poco, lo que me faltaba para completar el cuadro, llegaba ya la época de lluvias y frío 🤦♂️. En esa temporada las temperaturas alcanzan hasta 19 grados Fahrenheit (-7 centígrados), por lo tanto ya era necesario usar mi chamarra y poner la calefacción en el carro. Seguía pasando por aquella esquina y siempre buscaba al perrito, algunas veces no lo veía y se me rompía el corazón pensando que ya estaba muerto 😓. Trataba de calmarme pensando que ya lo había rescatado alguien, o al menos que por el frío se había ido a resguardar en alguna de las pocas casas que ya estaban construidas alrededor.
Pensaba en mis alternativas, como llevarle comida todos los días, o recogerlo y llevarlo a un albergue, pero también pensaba que a los perritos con sarna seguramente los sacrifican. Otra opción seria comprar una jaula portátil, recogerlo y llevarlo al veterinario. Tendría que conseguir dinero para pagarlo y como no podía quedarme con el, después tendría que soltarlo de nuevo solo para que todo volviera a empezar. No encontraba la salida.
Una vez mas pasaba por la esquina del perrito y esta vez lo vi con una mancha de sangre en la cabeza, tal vez a causa de rascarse tanto o peor aun, algún perro lo había mordido o alguien le había pegado. El corazón se me congelo 🥶 y el sentimiento de impotencia llego al máximo. El deterioro constante que sufren muchos seres ante las miradas indiferentes de los que pasan, que en la mayoría de los casos SI son capaces de hacer algo al respecto. No tuve mas opción que regresar a mi casa con la terrible imagen que acababa de ver grabada en mi mente. Una clara señal de que tenia que hacer algo al respecto lo antes posible, si no quería ver pronto la lógica conclusion.
Al día siguiente, cuando iba de camino al super mercado, volví a verlo en la calle y decidí que al menos debería de darle comida cada vez que me fuera posible. Lo primero que se me ocurrió fue comprar un pollo rostizado y llevárselo desmenuzado en un recipiente desechable. Compre el pollo y de camino a mi casa para prepararlo el perrito ya no estaba en la esquina. Una vez mas sentía terror con los primeros pensamientos que pasaban por mi cabeza 😱, pero como he aprendido al pasar de los años, inmediatamente los reemplace por pensamientos positivos. Era aun de día y seguramente estaba por ahí cerca, solo tendría que regresar con el pollo listo y preguntar en las dos casas cercanas si habían visto al amigo peludo.
Fui a mi casa, separe en pedacitos varias piezas de pollo, mi esposa me preparo un recipiente de plástico con un papel aluminio y pusimos la carne. Salí un tanto angustiado pero con la esperanza de que al fin podría acercarme y darle de comer al perrito. Llegue a la esquina y allí estaba, estaba solíto, no había ningún otro perro ni persona alrededor, como si ese momento tuviera que ser exclusivamente para los dos. El perrito temblaba de frío, soplaba el viento y ya empezaban a caer unas cuantas gotas de lluvia. No se me acercaba a pesar de que le llamaba constantemente con cariño, me imagino que estaba acostumbrado a que lo rechazaran y alejaran a gritos por estar tan sucio y tener la sarna bastante avanzada. Decidí poner el pollo 🍗 en el piso y alejarme bastante para que tuviera confianza y pudiera comer. Después de llamarlo varias veces, se acerco al recipiente y mientras le hablaba de lejos finalmente empezó a comer.
Por fin pude hacer algo 😀, ya empezaba a ayudarlo aunque fuera un poco, pero aun faltaba mucho por hacer.